Desaparición misteriosa. Gran parte de la población de abejas del mundo está abandonando sus colmenas, por causas que los científicos todavía no pueden explicar. La importancia de esta especie no sólo radica en la producción de miel, sino en su gran contribución para el mantenimiento de la biodiversidad y supervivencia humana.
Aunque es una monarquía, la naturaleza se encargó de que la organización social de las abejas fuera eficiente. La Abeja Reina es la única hembra fértil y se encarga de hacer crecer la población de la colmena. Los zánganos se aparean con ella y luego mueren. Las abejas obreras recolectan el néctar y el polen de las flores y elaboran la miel.
Pero en estos últimos tres años un enigma ha afectado su juiciosa rutina en el trabajo: la mayoría de los adultos abandona la colmena y dejan atrás a la reina, a las jóvenes obreras y las crías. Los apicultores no encuentran insectos muertos cerca de los panales, mientras que los científicos buscan explicar por qué se van y adonde, puesto que su desaparición podría poner en peligro el equilibrio de los ecosistemas y la supervivencia de los seres humanos.
La población de las abejas en el mundo esta disminuyendo. La Federación de Apicultores de Estados Unidos anunció que más de 500.000 colonias de abejas, con 50.000 individuos cada una, desaparecieron en ese país entre el invierno de 2006 y la primavera de 2007.
En 35 estados de la unión las poblaciones de abejas se redujeron entre 30% y 70%, cuando lo normal es que se den bajas de 20% en épocas de frío. En Europa se ha repetido el fenómeno que los investigadores han convenido llamar desorden del Colapso de las Colonias (DCC).
Luego de que se conoció la desaparición masiva de las abejas, se han venido desarrollando estudios para determinar esta disminución. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos diseño para el 2007 un plan de acción basado en cuatro factores que podrían estar conjugándose para causar el síndrome: una nueva plaga (como los ácaros, piojos y parásitos); deficiencia en la nutrición de los insectos; los efectos del pesticida y químicos industriales y la aparición o resurgimiento de un nuevo agente causante de enfermedades (virus, bacterias u hongo).
“En Argentina y España los investigadores señalan la actuación del parásito asiático Nosema Ceranae, el cual además de ser causante de la despoblación, también influye en el descenso de la producción de miel. Las abejas infectadas, cuando se sienten débiles, se alejan de la colmena, impulsadas por un mecanismo de defensa”, explica Raúl Casanova, director del Laboratorio de Investigaciones Apicolas de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.
La expansión de las ciudades, la destrucción de sus hábitat, la deficiencia de néctar y polen en los campos, y el cambio climático también figuran como posibles culpables.
Hallazgos de científicos franceses hicieron salir del mercado los químicos que contenían imidacloprid y fipronil, empleados para combatir las plagas en los sembradíos. “Los productos están incorporados en la savia de los cultivos y, mediante el polen contaminado, afectan el cerebro de las abejas, haciendo que se desorienten y no puedan regresar a la colmena”, señala Casanova.
La explicación que ha tenido más publicidad, sin embargo, ha sido la que culpa a las ondas que emiten los teléfonos celulares. “Estudios de la Universidad de Landau, en Alemania sugirieron que el campo electromagnético de esos dispositivos podría reducir la habilidad de las abejas de retornar a la colmena, aunque todavía no existen estudios conclusivos.
Garante del Equilibrio:
Ir de Flor en Flor para extraer el néctar y llevarlo a la colmena es el mayor aporte de las abejas para el ambiente. Su valor no se centra sólo en la producción de la miel, sino también en su tarea de polinizar o fertilizar alrededor del 80% de las plantas que existen en el planeta, entre ellas, muchos de los cultivos de consumo humano, como lo son las hortalizas, verduras, cereales y frutas.
En cada salida, la abeja transporta polen entre las flores de una única especie y actúa como agente de la polinización cruzada, necesaria para muchas variedades de las plantas. “Al desaparecer las abejas de su hábitat natural se interrumpe la polinización, lo que ocasiona la falta de formación del fruto, y por consiguiente, de las semillas que darían vida a nuevos árboles”, advierte Jesús Infante, director del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INA) del estado Amazonas.
La falta de polinización por ausencia de los insectos que cumplen esa función en una zona en particular puede ocasionar endogamia en las poblaciones vegetales, lo que trae como consecuencia la degeneración genética y, por lo tanto, la desaparición progresiva una o más especies en un área boscosas”, añade.
La extinción de la abeja mielera representaría un duro golpe para la industria agroalimentaria y para las economías basadas en esta actividad. La práctica de la apicultura trashumante, mediante la cual los productores llevan sus colmenas a los cultivos, en la época de floración de las plantas, para que la polinicen, se ha extendido. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en Ingles) indica que, dependiendo del tipo de cultivo, los sembradíos con colmenas aumentan su producción entre 20% y 1000%. También se calcula que el valor añadido de la apicultura a la agricultura europea es de más de 1 billón de euros.
Se viene acabando sistemáticamente con grandes extensiones todos los años, lo que ocasiona el fraccionamiento del hábitat de las abejas, es decir las distancias entre los bosques son mayores por lo que se interrumpe el flujo genético dentro de cada una de las especies de abejas. Aparearse solo con ejemplares de otras colonias le impide renovar la sangre en la población; se produce degeneración, y en consecuencia la muerte de la colonia y progresivamente la de la especie.
“Hace 2 años empezó la disminución del número de abejas de colmenas en Barinas y estados de oriente, por condiciones climáticas adversas y el uso de pesticidas. Tenemos una merma de la producción de la miel, pero no del material vivo. Sin embargo es un problema global y nos puede tocar”, afirma Samuel Escalante, presidente de la Asociación de Apicultores de Barinas.
En sus salidas al panal, las abejas hacen más que perseguir el café, los refrescos y los dulces. La continuidad de su laboriosa rutina es un indicador de la salud del planeta y una garantía para la subsistencia humana.
Tomado: (2007, 2 Septiembre) “¿A dónde se van las abejas?”. El Nacional, Cuerpo Siete Días, 8. Venezuela
Aunque es una monarquía, la naturaleza se encargó de que la organización social de las abejas fuera eficiente. La Abeja Reina es la única hembra fértil y se encarga de hacer crecer la población de la colmena. Los zánganos se aparean con ella y luego mueren. Las abejas obreras recolectan el néctar y el polen de las flores y elaboran la miel.
Pero en estos últimos tres años un enigma ha afectado su juiciosa rutina en el trabajo: la mayoría de los adultos abandona la colmena y dejan atrás a la reina, a las jóvenes obreras y las crías. Los apicultores no encuentran insectos muertos cerca de los panales, mientras que los científicos buscan explicar por qué se van y adonde, puesto que su desaparición podría poner en peligro el equilibrio de los ecosistemas y la supervivencia de los seres humanos.
La población de las abejas en el mundo esta disminuyendo. La Federación de Apicultores de Estados Unidos anunció que más de 500.000 colonias de abejas, con 50.000 individuos cada una, desaparecieron en ese país entre el invierno de 2006 y la primavera de 2007.
En 35 estados de la unión las poblaciones de abejas se redujeron entre 30% y 70%, cuando lo normal es que se den bajas de 20% en épocas de frío. En Europa se ha repetido el fenómeno que los investigadores han convenido llamar desorden del Colapso de las Colonias (DCC).
Luego de que se conoció la desaparición masiva de las abejas, se han venido desarrollando estudios para determinar esta disminución. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos diseño para el 2007 un plan de acción basado en cuatro factores que podrían estar conjugándose para causar el síndrome: una nueva plaga (como los ácaros, piojos y parásitos); deficiencia en la nutrición de los insectos; los efectos del pesticida y químicos industriales y la aparición o resurgimiento de un nuevo agente causante de enfermedades (virus, bacterias u hongo).
“En Argentina y España los investigadores señalan la actuación del parásito asiático Nosema Ceranae, el cual además de ser causante de la despoblación, también influye en el descenso de la producción de miel. Las abejas infectadas, cuando se sienten débiles, se alejan de la colmena, impulsadas por un mecanismo de defensa”, explica Raúl Casanova, director del Laboratorio de Investigaciones Apicolas de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.
La expansión de las ciudades, la destrucción de sus hábitat, la deficiencia de néctar y polen en los campos, y el cambio climático también figuran como posibles culpables.
Hallazgos de científicos franceses hicieron salir del mercado los químicos que contenían imidacloprid y fipronil, empleados para combatir las plagas en los sembradíos. “Los productos están incorporados en la savia de los cultivos y, mediante el polen contaminado, afectan el cerebro de las abejas, haciendo que se desorienten y no puedan regresar a la colmena”, señala Casanova.
La explicación que ha tenido más publicidad, sin embargo, ha sido la que culpa a las ondas que emiten los teléfonos celulares. “Estudios de la Universidad de Landau, en Alemania sugirieron que el campo electromagnético de esos dispositivos podría reducir la habilidad de las abejas de retornar a la colmena, aunque todavía no existen estudios conclusivos.
Garante del Equilibrio:
Ir de Flor en Flor para extraer el néctar y llevarlo a la colmena es el mayor aporte de las abejas para el ambiente. Su valor no se centra sólo en la producción de la miel, sino también en su tarea de polinizar o fertilizar alrededor del 80% de las plantas que existen en el planeta, entre ellas, muchos de los cultivos de consumo humano, como lo son las hortalizas, verduras, cereales y frutas.
En cada salida, la abeja transporta polen entre las flores de una única especie y actúa como agente de la polinización cruzada, necesaria para muchas variedades de las plantas. “Al desaparecer las abejas de su hábitat natural se interrumpe la polinización, lo que ocasiona la falta de formación del fruto, y por consiguiente, de las semillas que darían vida a nuevos árboles”, advierte Jesús Infante, director del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INA) del estado Amazonas.
La falta de polinización por ausencia de los insectos que cumplen esa función en una zona en particular puede ocasionar endogamia en las poblaciones vegetales, lo que trae como consecuencia la degeneración genética y, por lo tanto, la desaparición progresiva una o más especies en un área boscosas”, añade.
La extinción de la abeja mielera representaría un duro golpe para la industria agroalimentaria y para las economías basadas en esta actividad. La práctica de la apicultura trashumante, mediante la cual los productores llevan sus colmenas a los cultivos, en la época de floración de las plantas, para que la polinicen, se ha extendido. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en Ingles) indica que, dependiendo del tipo de cultivo, los sembradíos con colmenas aumentan su producción entre 20% y 1000%. También se calcula que el valor añadido de la apicultura a la agricultura europea es de más de 1 billón de euros.
Se viene acabando sistemáticamente con grandes extensiones todos los años, lo que ocasiona el fraccionamiento del hábitat de las abejas, es decir las distancias entre los bosques son mayores por lo que se interrumpe el flujo genético dentro de cada una de las especies de abejas. Aparearse solo con ejemplares de otras colonias le impide renovar la sangre en la población; se produce degeneración, y en consecuencia la muerte de la colonia y progresivamente la de la especie.
“Hace 2 años empezó la disminución del número de abejas de colmenas en Barinas y estados de oriente, por condiciones climáticas adversas y el uso de pesticidas. Tenemos una merma de la producción de la miel, pero no del material vivo. Sin embargo es un problema global y nos puede tocar”, afirma Samuel Escalante, presidente de la Asociación de Apicultores de Barinas.
En sus salidas al panal, las abejas hacen más que perseguir el café, los refrescos y los dulces. La continuidad de su laboriosa rutina es un indicador de la salud del planeta y una garantía para la subsistencia humana.
Tomado: (2007, 2 Septiembre) “¿A dónde se van las abejas?”. El Nacional, Cuerpo Siete Días, 8. Venezuela